Desde el punto de vista gramatical los pronombres tienen una distribución similar a los nombres, excepto en el caso de los pronombres clíticos que preceden obligatoriamente a los verbos conjugados.
Desde el punto de vista semántico no tienen referencia fija sino contextual.
Son las palabras usadas para referirnos a cualquiera de las tres personas gramaticales sin emplear un sustantivo.
Se llaman pronombres porque de acuerdo con la concepción de gramática tradicional «sustituyen» o «equivalen» a un nombre o sintagma nominal, es decir, tienen los mismos referentes que los nombres.
Cuando un pronombre designa a una entidad tiene mismo género y el mismo número que el nombre cuya referencia comparte: Donde él hace referencia a una persona (o animal o entidad animada), que se designa por un nombre de género masculino.
Técnicamente los reflexivos son anáforas, ya que a diferencia de los pronombres genuinos, requieren un antecedente en el dominio sintáctico local.
En español los posesivos se usan para denotar propiedad, cercanía o relación estrecha con una identidad y una persona gramatical.
No se deben confundir, por tanto, con los adjetivos posesivos que, además de los anteriores (mío, tuyo, suyo, ...), también son aquellos que se usan sin anteponer un pronombre: mi, mis, tu, tus, su y sus.
Como sustituyen a un sustantivo o sintagma nominal, pueden cumplir las mismas funciones sintácticas que estos.
Por ejemplo: Expresan cantidades exactas indicando número e incluyen «cero y ambos».
Al igual que los cardinales, tienen la misma forma que los determinantes numerales ordinales, y se utilizan para señalar el lugar que un objeto ocupa en una serie ordenada de objetos, animales o personas, pero sin nombrar en la oración a los objetos, animales o personas.