Los procedimientos mínimamente invasivos han sido posibles gracias al avance de diversas tecnologías médicas.
[3] También hay varios procedimientos de tratamiento que se clasifican como no invasivos.
Un ejemplo importante de un tratamiento alternativo no invasivo a la cirugía es la radioterapia.
[4] Los procedimientos mínimamente invasivos fueron iniciados por radiólogos intervencionistas que introdujeron por primera vez la angioplastia y la endoprótesis colocada por catéter.
La radiología intervencionista ofrece ahora muchas técnicas que evitan la necesidad de cirugía.
[5] Sin embargo, la seguridad y eficacia de cada procedimiento debe demostrarse con ensayos controlados aleatorios.
[9] Los riesgos y complicaciones de los procedimientos mínimamente invasivos son los mismos que para cualquier otra operación quirúrgica, entre los riesgos: muerte, hemorragia, infección, lesión de órganos y enfermedad tromboembólica.
Las imágenes del interior del cuerpo se transmiten a un monitor de video externo y el cirujano tiene la posibilidad de hacer un diagnóstico, identificar visualmente rasgos internos y actuar quirúrgicamente sobre ellos.