Sobre el papel, el titular del cargo es el tercer funcionario constitucional más alto de Eslovaquia después del presidente de la República (designado) y presidente del Consejo Nacional; en la práctica, la persona designada es la principal figura política del país.
Dado que Eslovaquia es una república parlamentaria, el primer ministro es responsable ante el Consejo Nacional.
La Constitución eslovaca establece que, al acceder al cargo, cada primer ministro debe ganar y, posteriormente, mantener la confianza del Parlamento.
Tan pronto como el primer ministro pierde la confianza, el presidente está obligado a destituirlo y designar un nuevo primer ministro o encomendar al primer ministro destituido que actúe como interino con poderes limitados.
El primer ministro es la oficina más poderosa del estado, ya que dirige y preside el Gobierno.