La ciudad de Córdoba había sido, durante dos siglos, más importante que Buenos Aires.
Muchos dirigentes cordobeses, sinceramente afectos a la Revolución, se fueron retrayendo de toda actuación pública.
Una sorda oposición, dirigida por varios abogados, curas y militares había ido creciendo hacia la dominación directorial.
La revolución federal dirigida por José Artigas en la Banda Oriental se había expandido desde 1814 en adelante sobre las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones.
A continuación decía que No tenía intención ni posibilidades de hacer semejante campaña, pero la amenaza surtió efecto: el 29 de marzo renunciaba Ocampo y, en su lugar, el cabildo nombraba gobernador a José Javier Díaz.
Debido a su debilidad militar, Díaz tuvo que aceptar los hechos consumados.
[4] Apenas partió Heredia de regreso, Brizuela y Doria arrestó a todos los dirigentes federales.
Díaz exigió su libertad y explicaciones por sus actos al gobernador riojano, ya que era nominalmente su superior.
Pueyrredón aprovechó su debilitamiento para relevarlo del mando provincial; pero Díaz le contestó que había sido elegido por el cabildo, y sólo este lo podía deponer.
Rápidamente, Bulnes organizó una revolución y derrocó a su suegro con ayuda de Agustín Urtubey.
Pero fracasó en formar un gobierno, y un cabildo abierto eligió gobernador a Juan Andrés de Pueyrredón, hermano del Director Supremo.
Pero en esa región las montoneras no parecía que pudieran hacer mucho daño.
No obstante, las montoneras en el este y sudeste de Córdoba siguieron haciendo apariciones esporádicas.
La crueldad con que eran tratados los montoneros capturados no las aquietó: durante más de dos años siguieron atacando esporádicamente las posiciones del ejército directorial, uniendo a sus fuerzas a los desertores de este.
El Cabildo local eligió gobernador interino a José Javier Díaz.
Con el apoyo de algunos antiguos partidarios del Directorio, se hizo elegir gobernador titular, cargo que ejercería durante los siguientes nueve años.
El más destacado de estos sería el ministro José Isasa, pero también figuraron en esa lista Del Corro, Faustino Allende, Roque Savid, Juan Antonio Saráchaga, José Gregorio Baigorrí, Pérez Bulnes y otros.