[8] El efecto llamada que desde la ciudad se realizaba recaía sobre el mundo rural provocando una gran cantidad de afluencia de campesinos a la ciudad.
Esta situación se daba también en otras capitales industriales como Barcelona, Hospitalet de Llobregat o Bilbao.
Sin embargo, a la firma del contrato, se debía abonar el 20% del precio de la vivienda, algo imposible para la gran mayoría de los demandantes.
La solución autoconstructiva parecía ser la única viable en este periodo autárquico.
Los bloques de Orcasitas estuvieron edificados hasta 1984 en el que problemas con las arcillas expansivas empleadas agrietaron estructuras vitales.
[24] En muchas ocasiones las barriadas se tuvieron que remodelar completamente a los pocos años debido a la mala calidad de los materiales de construcción.
[17]Debido a la acentuación de la emergencia social durante la década de los años 50 organizaciones católicas como Cáritas tomaron cada vez mayor protagonismo en los barrios marginales construyendo escuelas a la vez que parroquias, las cuales tomarían más adelante la función de centro cultural o lugar de asamblea para reivindicar mejoras en los barrios.
En la mayoría de urbanizaciones públicas los edificios estaban pensados con el ladrillo como base, por su elemento resistente y para facilitar el mantenimiento.