Chabolismo en Madrid

La demografía de Madrid cambió drásticamente en un siglo, aumentó en veinte mil personas durante la primera mitad del siglo XIX y en la segunda mitad llegó a duplicar su población llegando medio millón de habitantes en el 1900.

[4]​[5]​ Durante la segunda mitad del siglo XIX se plantearon diversos proyectos de construcción y saneamiento de los barrios y viviendas obreras pero la mayoría se quedarían en el papel.

Como se menciona en el censo “...los llamados barrios bajos, localizados en los tres distritos de Hospital, Latina e Inclusa, no sólo merecen tal nombre por hallarse topográficamente bajo el nivel medio del suelo de la población sino porque considerados demográfico y socialmente acusan la misma inferioridad de urbanización y cultura...”[5]​[7]​ A principios del siglo XX se conformaron los barrios suburbiales históricos al norte (Tetuán y Cuatro Caminos), al este (Prosperidad, Guindalera y Ventas), al oeste y al sur (Puente de Vallecas).

La necesidad de vivienda era cada vez mayor, y por consiguiente aumentó progresivamente el coste del alquiler, lo que hizo que en las localidades adyacentes a Madrid algunos grandes terratenientes y especuladores empezaran a parcelar terrenos agrícolas para venderlos o alquilarlos y así aumentar el valor de los terrenos.

Muchas de las familias que llegaban consiguieron encontrar una habitación en un piso compartido de alquiler, una habitación en una pensión pero en otras ocasiones alquilaban estas parcelas y se construían una chabola.

Esta Comisaría sería sustituida por la Comisión de Planeamiento y Coordinación del Área Metropolitana (COPLACO) en 1962, y finalmente sus funciones las asumiría la Comunidad de Madrid su la constitución como comunidad autónoma en 1983.

[24]​[25]​ Esta situación se daba también en otras capitales industriales como Barcelona, Hospitalet de Llobregat o Bilbao.

Debido a la acentuación de la emergencia social organizaciones católicas como Cáritas tomaron cada vez mayor protagonismo en los barrios marginales construyendo escuelas a la vez que parroquias, las cuales tomarían más adelante la función de centro cultural o lugar de asamblea para reivindicar mejoras en los barrios.

Este Plan se exportó posteriormente a Barcelona, Asturias y Bilbao.

En el censo se dividieron las viviendas en tres tipos: casas (la mayoría casitas bajas), las chabolas y las cuevas, y se censaron más de 200.000 unidades de vivienda.

Las asociaciones de vecinos, clandestinas hasta la caída del régimen, reivindicaron con cada vez más intensidad estos derechos y hasta bien entrada la década de los 80 serán respondidas en las calles con represión y violencia.

Esta medida permitió realojar a 12.000 familias de chabolistas en su propio barrio.

Había 61 parcelas informales en 18 distritos, en las que vivían 2.674 familias, en su gran mayoría gitanas.

Durante esos años se estaban desarrollando dos planes paralelos relacionados con la infravivienda; uno enfocado a reducir el número de viviendas precarias y otro integrar a las poblaciones denominadas "gitanas marginales".

Este órgano sería sustituido en 1998 por el Instituto de Realojamiento e Inserción Social (IRIS), que vio disminuida su actividad por recortes en 2012 durante la crisis económica.

[73]​[74]​ Algunas organizaciones como la Fundación Secretariado Gitano, Provivienda, Fundación Cepaim o la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid tienen programas dedicados a garantizar el derecho a la vivienda personas o grupos que tienen más dificultades en el acceso a una vivienda digna, adecuada y accesible.

Algunos censos, sobre todo hasta llegados los años 60, medían la "infravivienda" sin especificar si eran casas bajas o chabolas.

La lucha por la legalización se enfrentó a la postura del régimen que las consideraba "asociaciones vecinales en trámite".

[34]​[1]​ Si en la segunda mitad del siglo XIX la mayoría procedíandel área castellano manchega, la región madrileña y el norte asturiano, en elprimer tercio del siglo XX emergieron nuevos graneros de inmigrantes en las provincias de la Meseta Norte, en algunas provincias andaluzas y en Extremadura.

Las chabolas se han caracterizado por tener una calidad constructiva muy baja, generalmente levantada con materiales de derribo, chapa, latas, tablas, cartón cuero u otros materiales de deshecho.

Este porcentaje fue aumentando debido a que al realojarse muchas familias en pisos de protección oficial a lo largo de las distintas intervenciones las chabolas se quedaban libres y resultaba mucho más económico alquilar una que comprar una parcela para edificarse una nueva.

[15]​Según la Fundación Secretariado Gitano en la actualidad la propiedad del suelo ocupado por las chabolas tan sólo en un 1,09% a sus habitantes.

[98]​ Otra característica importante ha sido en general la posición aislada y la poca integración dentro del tejido urbano de la ciudad, ya que debido al bajo precio en el que históricamente se buscaban este tipo de parcelas.

Posteriormente los barrios y polígonos de viviendas que se construyeron para intentar solucionar el problema de la vivienda también fueron situados en la periferia, generalmente en terrenos baratos y mal comunidados.

Al principio el barrio se llamó barriada de San Antonio, nombre que mantuvo hasta pasados los años 60, y a partir de entonces se llamó La Celsa hasta su demolición completada entre 1995 y 1999.

Este núcleo fue derribado en diversas ocasiones con planes para construir el barrio de Valdecarros, pero debido a la crisis económica e inmobiliaria provocada por la burbuja inmobiliaria del 2008 aplazó su derribo total hasta pasado el 2012, y muchos de sus habitantes se trasladaron al sector 6 de la Cañada Real.

[41]​ [154]​[155]​[51]​[156]​[157]​[158]​[159]​[160]​[161]​ En literatura existen numerosas obras ambientadas o que descriven el ambiente de los barrios bajos, y los primeros ejemplos los podemos encontrar a principios del siglo XX.

Tomás Borrás escribió drama lírico El Avapiés en 1922 y un poco más adelante en 1930 Ramón Gómez de la Serna escribió la novela La Nardo, ambientada también en el entorno del Rastro de Madrid.

En 1951 José Antonio Nieves Conde dirigió una película sobre una familia campesina que emigra a Madrid desde el campo en plena posguerra.

Justo delante se encuentra el grupo de viviendas históricas del número Peironcely 10, conocidas por haber sido bombardeadas durante la guerra civil y fotografiadas posteriormente por Robert Capa, y al otro lado se encuentra la llamada iglesia roja de San Carlos Borromeo.

Barrio de las Peñuelas en 1917 (La Alhóndiga), situado junto a la estación de Peñuelas y daba cobijo a unas 300 familias
Chabolas y edificios de nueva construcción en Carabanchel en 1973
Niños en El Gallinero en 2011
Casitas bajas en el barrio de Palomeras Bajas en 1976
Caserío de barrios bajos madrileños, de Joaquín Sorolla (1883)