Esta obra no fue editada, pero sí leída en forma de seis discursos, ante la Academia del canónigo Pantó, en Palermo en 1728.
Sobre su finalidad considera que podría ser un instrumento útil como «arte subordinado a la moral y la política», o como «entretenimiento y diversión», o bien la combinación de ambas finalidades en obras de carácter didáctico.
[3] Según Luzán la poesía sirve para introducir disfrazadas a través del deleite las máximas filosóficas y «logra con estratagema lo que otras ciencias no pueden lograr con guerra abierta», pues si no fuera así la poesía sólo serviría para enseñar elegancia y elocuencia.
También recalca Luzán la importancia de la naturalidad, aunque sin menospreciar las figuras retóricas y las imágenes fantásticas.
Realiza además un análisis sobre lo que considera el buen estilo poético, y un estudio sobre los metros más empleados en la versificación.
Luzán considera la que la principal característica de la tragedia es la acción, en la cual el poeta se esconde dejando hablar a los protagonistas.
[10] El capítulo XV está destinado a analizar y reprender los defectos comunes del teatro barroco español, y a contracorriente de sus incondicionales admiradores Luzán se constituye en su principal crítico, por lo mismo este capítulo es el que más polémicas ha generado.
[13] El último capítulo trata sobre la tragicomedia a la cual considera Luzán un «nuevo monstruo», y sobre la égloga que incluye dentro de la poesía dramática por su carácter dialogado.