Perro Paco

Siempre destacaban en él un gesto o acción notable, era común que comiese al lado de un torero famoso.

El Marqués acudía diariamente a comer al Fornos y esto hizo que se convirtiera en una costumbre visitarlo.

Y cuando no conseguía nada, cruzaba la calle de Alcalá para ir al Café Suizo.

No había portero o personal de vigilancia que le negara la entrada por miedo a "la mala prensa".

Solía ocupar su localidad en el tendido 9 y asistía al espectáculo de la cruz a la raya.

Mariano de Cavia, por ejemplo, escribió crónicas poniendo al perro a caldo por esos espectáculos, que consideraba indecorosos con la lidia.

Este, temiendo tropezarse con el can, y para sacárselo de encima, le dio una estocada.

Mas el can nunca se recuperó y murió poco después.

Tras una etapa sin pena ni gloria disecado en una taberna de Madrid, fue enterrado en el Retiro.

Escultura en bronce del perro Paco, obra del artista Rodrigo Romero Pérez. Monumento instalado en Calle de las Huertas 71, Madrid.