Comienzan las relaciones de sucesos, elaboradas por personas pagadas por algún consistorio municipal para que elaborasen, en un manuscrito hermoseado, un informe o acta de cualquier festividad religiosa, inauguración, visita importante, conmemoración, celebración o hecho memorable para que sirviera de recuerdo a los habitantes, o los avisos, informes manuscritos pagados igualmente y remitidos cada cierto tiempo a nobles que deseaban saber cualquier hecho importante acontecido en la Corte durante su ausencia forzosa.
En este recurso vio un medio para cimentar su posición y satisfacer sus intereses y, con tal propósito, contrató al flamenco Francisco Fabro Bremundán, primer gacetero español de nombre conocido, para escribir e imprimir la primera gaceta española en 1661, la Relación o gaceta de algunos casos particulares, así políticos como militares, sucedidos en la mayor parte del mundo, de periodicidad mensual, aunque en Zaragoza continuó como semanal en 1676.
Goyeneche le dio un nuevo impulso al periódico ahora y en lo sucesivo como Gaceta de Madrid, que continúa hoy imprimiéndose como Boletín Oficial del Estado (B.
Huarte publicó otro tercer periódico semana, ya en el siglo XVIII (Extracto de Noticias Universales), entre 1727 y 1728.
Las publicaciones de iniciativa privada se dedicaban fundamentalmente a los temas culturales o económicos.
Eran libritos ilustrados con grabados que se distribuían a millares por pueblos y ciudades y ofrecían, so capa de informar del tiempo, los más variados contenidos: fuera del pronóstico meteorológico del año incluían datos sobre los cambios de la luna, pensamientos, pautas de conducta e instrucciones y enseñanzas sobre los más variados oficios.
Con el siglo XIX estas publicaciones no desaparecieron, pero cambiaron su función, ya que la burguesía contaba con un medio mucho más eficaz y directo para la difusión de sus ideas: los periódicos populares.
Salvador José Mañer empezó en 1738 a traducir el Mercurio Histórico y Político del francés.
Formation et significaticon d'un genre, Paris: Institut d'Études Hispaniques, 1973, distingue cuatro tipos de prensa dieciochesca: Durante el siglo XIX la didáctica, utilitaria y costumbrista prensa dieciochesca pasó a adquirir un definitivo tinte político.
Su contenido ya no se limita a temas políticos, sino que aparecen nuevas secciones de crítica literaria, pasatiempos, anécdotas y humor.
En Madrid y en las capitales de provincias fue creándose un público lector más amplio a medida que se extendió la educación.
Tras el triunfo de la Gloriosa se abren escuelas para instruir a las clases más bajas y aparecen los primeros periódicos obreros.
[8] En Cataluña La Vanguardia (de 1881 hasta la actualidad) fue creada en 1881 por los hermanos Godó, Bartolomé y Carlos.
En 1896, Rafael Roldós creó Las Noticias, que le disputaría el liderato en Barcelona a La Vanguardia.
[10] El ABC empezó siendo un semanario fundado por Torcuato Luca de Tena en 1903 y en 1905 se hizo diario.
El Sol quería renovar la situación política y social del país, teniendo una cabecera hermana por la tarde, La Voz, de carácter más popular.
La Nación fue un periódico referente de la derecha entre 1925 y 1936, cuyos talleres fueron incendiados en el violento clima anterior a la guerra civil española.
Aparecen también páginas especiales o suplementos de economía, espectáculos, arte, deporte, agricultura, mujer y niños.
El campo de la «extrema derecha» contaba con 136 publicaciones, entre ellas 89 católicas, 38 tradicionalistas (carlistas) y 9 integristas.
Existían además 154 periódicos que se definían en política como «independientes», aunque algunos de ellos eran considerados monárquicos y otros republicanos según la opinión general.
Hizo gala también al principio de fidelidad monárquica que luego se trocaría en respeto por el nuevo régimen republicano.
Montiel había lanzado en 1926 el diario literario La Novela Mundial al que siguieron otros y finalmente en enero de 1928 la revista semanal Estampa.
En la zona geográfica ocupada por cada bando solo podían editarse periódicos adictos, y sometidos a una fuerte censura de guerra.
Desde 1945 a 1970 se vive una etapa de expansión económica que repercute en el desarrollo del sector informativo.
Durante los años siguientes, Fraga impulsó una nueva ley de prensa, aprobada en 1966, que abolió la censura previa y las "consignas".
Sin embargo, esta liberalización fue solo parcial, ya que siguió prohibida la publicación de ciertas opiniones, por ejemplo, la crítica abierta del régimen.
Aparte de su amplia distribución llegaba a un masivo público lector casual o habitual en consultas y peluquerías, donde se establecían tertulias comentándola.
También son importantes Semana (1940-) y Lecturas (1917-), decana de las revistas rosas o del corazón españolas.
De aún más reciente creación, se ha consolidado algún otro periódico, como La Razón (de tendencia muy conservadora, dirigido originalmente por Luis María Ansón, que había salido del ABC por discrepancias con la propiedad, y que terminó abandonando también su nuevo periódico tras haberlo hecho crecer con bastante éxito).
Al igual ha ocurrido a lo largo de toda la Edad Contemporánea, la nómina de periodistas con alta calidad literaria es muy extensa, con nombres como Antonio Gala, Francisco Umbral, Miguel Delibes, Gabriel García Márquez, Carlos Luis Álvarez, Fernando Savater, Raúl del Pozo, Almudena Grandes, Juan José Millás, José Antonio Marina, Rafael Sánchez Ferlosio, Mario Vargas Llosa, Jorge Edwards, Gabriel Albiac, Manuel Alcántara, Jorge Berlanga, Antonio Burgos, Miguel García Posada, David Gistau, Luis Antonio de Villena, Manuel Hidalgo, Eduardo Mendicutti, Rosa Montero, Javier Ortiz, Carmen Rigalt, Manuel Vázquez Montalbán, Vicente Verdú, Manuel Vicent, Espido Freire, Lucía Etxebarría, Francisco Nieva, Juan Marsé, José Luis Alvite, Tomás Cuesta, Faustino Álvarez, Pedro Narváez, Pedro G. Cuartango, Julián Lago, José Luis Gutiérrez, Alfonso Ussía, Juan Manuel de Prada, Manuel Martín Ferrand, Alfonso Armada, Alfonso Rojo, Arturo Pérez-Reverte, Félix de Azúa, Javier Marías, Juan Cruz, Mónica Fernández Aceytuno, Ignacio Camacho...,[19] y de columnistas que introducen argumentos en el debate de ideas de una sociedad: Jaime Campmany, Eduardo Haro Tecglen, Martín Prieto, etc.