El Censor (Madrid)

Las Sátiras a Arnesto publicadas en los discursos XCIX y CLV se atribuyen hoy a Gaspar Melchor de Jovellanos; el discurso CLIV, titulado La despedida del anciano, se atribuye a Juan Meléndez Valdés y se cree que el discurso XCII pudiera ser de Félix María de Samaniego.Para defender esta teoría, Caso González se apoya en diferentes hechos: el que no se conozca ninguna otra publicación de Cañuelo, supuesto responsable de la mayor parte de discursos del periódico; la noticia que se tiene, mediante el informe de un censor, de una obra que quiso publicar, titulada Viaje al mundo inteligible, en que Cañuelo muestra unas ideas antiilustradas difícilmente compatibles con las del semanario; el hecho de que Cañuelo recibiera por orden del rey Carlos III una pensión desde el año 1780 o 1782 (Cañuelo la justificaba años después del fin del periódico como una gratificación por la labor llevada a cabo con este, pero las fechas indicarían que la cobró desde el principio, lo que induce a Caso González a pensar que en realidad se trataba de un sueldo conducente a convencerlo de actuar como cara visible del proyecto); el que el propio rey interviniese en varias ocasiones para solventar los problemas del semanario con la censura del Consejo de Castilla, etc.En palabras de Caso González, Sin embargo, no todos los especialistas apoyan esta hipótesis.Los dos solicitantes insistieron, esta vez junto con un tal Domingo Moreno, en la solicitud en diciembre del mismo año.A partir de entonces, Cañuelo y Pereira fueron presentando periódicamente grupos de varios discursos ante el Consejo para que pasasen la censura previa e irlos así publicando con una periodicidad semanal.En este discurso, se criticaba lo que el redactor consideraba una tendencia malsana a la superstición en la práctica católica.Cañuelo y Pereira volvieron a presentar otros discursos ante el Consejo con la intención de reanudar la publicación del periódico.Pocos días después, el conde de Floridablanca, entonces secretario de Gracia y Justicia, remite un oficio al secretario interino del Consejo, Pedro Rodríguez Campomanes, en que por orden de Carlos III le manda que no sean molestados ni el autor ni el impresor del discurso embargado.El Consejo tarda en cumplir con las órdenes reales y cuando finalmente envía los discursos omite toda explicación sobre su actuación.En mayo de 1784 Floridablanca reitera a Campomanes la orden real y este no contesta.Algunos religiosos elevan una queja ante el rey y este decide ordenar la recogida de los ejemplares del discurso.Estos años estuvieron marcados por la polémica surgida en los medios intelectuales españoles y europeos a propósito del artículo Espagne de la Encyclopédie méthodique redactado por Masson de Morvilliers en que se aseguraba que la aportación cultural española a Europa había sido nula en los últimos siglos.[9]​ El Censor se sitúa en la línea de lo que se ha llamado «prensa espectadora» o «espectadores», es decir, periódicos en la línea del The Spectator británico, uno de los pioneros del periodismo europeo.Por otra parte, según la autora, también coincide el método empleado para realizar la crítica: la sátira.Para Helman, Sin embargo, estas ideas no han encontrado un respaldo unánime entre los expertos.
Portada del volumen que recogía los discursos publicados en El Censor durante el año 1781.
Carlos III de España, rey ilustrado, que, en opinión de José Miguel Caso González, sería el promotor último de El Censor .
Retrato de Gaspar Melchor de Jovellanos, por Francisco de Goya. Jovellanos fue uno de los autores que, según las investigaciones, participó en la redacción de algunos textos de El Censor .
The Spectator , diario inglés que inspiró la publicación de otros periódicos europeos. El Censor se considera en la línea de este diario.
Ya es hora , uno de los Caprichos de Goya, en que se critica la pereza y falta de espiritualidad del clero. Según Edith Helman, las ideas de El Censor podrían haber inspirado algunos de los Caprichos .