Desde esas dos sedes episcopales, Díaz Barreto jugó un papel destacado antes, durante y después del conflicto Iglesia-Estado que desató la, así llamada, Guerra Cristera, las negociaciones para poner fin al conflicto y, finalmente, para dar vida al peculiar arreglo logrado luego del armisticio, el así llamado modus vivendi.
Sus padres fueron José Díaz, músico de la Iglesia, y María Barreto.
Vivió en España y Bélgica durante los años siguientes para perfeccionar sus conocimientos de filosofía.
Después del triunfo del ejército constitucionalista, Don Pascual tuvo que ocultarse y se vio obligado a cambiar su nombre por el de Luis Barreto.
[1] Tomás Garrido Canabal llegó a la gubernatura de Tabasco en 1923 y desde entonces se propuso erradicar el culto religioso en el estado, para tal fin, puso en marcha su campaña antirreligiosa por medio de la cual destruyó templos, quemó imágenes, desterró sacerdotes y prohibió toda manifestación religiosa en la entidad, e incluso dentro de los domicilios.
Sin embargo, para ese entonces existía una profunda división en el seno de Iglesia en México.
Junto con el delegado apostólico Señor Leopoldo Ruiz y Flores, se entrevistaron con el presidente, Lic.
La Iglesia por su parte, se comprometía a que los obispos del país no se pronunciarían en materias de política nacional, dejando cualquier opinión en manos del arzobispo de México.
Su cadáver fue embalsamado y trasladado a la Catedral de México para ser expuesto al público.