La primera reunión del partido tuvo lugar en 1874, en Neudörfl, que más tarde se convertiría en Burgenland.
Se unificó en 1889 como «Partido Democrático Social Obrero de Austria» (en alemán Sozialdemokratische Arbeiterpartei Österreichs, SDAPÖ) gracias al doctor Victor Adler.
El partido inicialmente apoyó la guerra contra Serbia luego del asesinato del Archiduque Francisco Fernando en Sarajevo y de su esposa Sophie, duquesa de Hohenberg en 1914, pero se retractaron al ver que la desastrosa guerra era inconcebible.
Como primer ministro, Renner introdujo varias reformas, como la jornada laboral de ocho horas y las vacaciones pagas a los trabajadores.
El SDAPÖ continuó dividido en dos facciones, por un lado estaban los moderados bajo la dirección del excanciller Karl Renner, quién abogaba por un Estado parlamentario, por la democracia liberal y el estado de bienestar; por el otro lado estaban los más radicales austromarxistas con la dirección de Otto Bauer.
Sintiéndose cada vez más amenazados, la mayoría de los partidos políticos conformaron su propia ala militar.
La turba, descargando su indignación, se dirigió hacia el Palacio de Justicia (Justizpalast) prendiéndolo fuego.
[8] La presión se incrementó en el SDAPÖ, las actividades políticas fueron cada vez más restringidas y la censura a la prensa aumentó.
El aplastamiento de la oposición socialdemócrata por los conservadores significó un debilitamiento adicional para Austria, como las luchas internas dentro del Heimwehr.
El mismo Canciller Dollfuß fue asesinado diez semanas después del final de la guerra por los nacionalsocialistas.
La democracia socialista fue favorecida, pero aun era pobre el concepto de una Austria independiente, teniendo la forma del régimen austrofascista.
El entusiasmo socialista que recibió Hitler pronto dio paso a la cruda realidad de la guerra y la ocupación nazi.
Ambas partes celebraron una gran coalición que duraría los próximos veintiún años, hasta 1966.
La Unión Soviética tuvo influencia como potencia aliada en los años inmediatamente posteriores a la guerra.
Iósif Stalin estaba interesado en la integración de Austria recién liberada en el bloque soviético.
Karl Renner intentó posicionarse como el hombre del momento, alegando que podría hacer de puente entre conservadores y comunistas, aunque los soviéticos y los aliados tenían grandes reservas acerca de Renner, a quien veían como un oportunista.
Renner intentó convencer al escéptico Stalin en una carta en la que expresaba su mea culpa por su anterior apoyo al Anschluss y se presentaba como un político socialista capaz de llegar a un acuerdo con los comunistas.