[1] El joven Pierre Roger hizo una precoz carrera eclesiástica.
[3] En el terreno político, Gregorio XI intentó por todos los medios a su alcance reconciliar a los reinos cristianos para poder lanzar una cruzada contra los turcos.
Francia e Inglaterra, inmersas en la Guerra de los Cien Años, eludieron su participación en los planes papales, más preocupadas por sus propios intereses.
Siguiendo la misma política eclesial que sus antecesores, colocó obispos franceses al frente de las diócesis italianas, provocando el rechazo popular.
Gregorio XI respondió enviando una bula de excomunión a los hermanos, declarándolos perjuros y enemigos de la cristiandad y permitiendo que sus bienes fueran confiscados en todas partes.
Se dice que Bernabé Visconti hizo comer a los legados pontificios el pergamino de la excomunión.
[1] La crisis en Italia no se soluciona ya que Gregorio mantiene a los obispos franceses en territorio italiano, que actuaban además como jefes de ciudades; los florentinos, temerosos de que ello aumentase la influencia papal en sus dominios, especialmente en la Toscana, se alían con Bernabé Visconti en 1375 y provocan innumerables insurrecciones en los territorios pontificios, logrando la expulsión de jefes y obispos extranjeros y colocando al mando de la ciudad ocho magistrados florentinos, cuya labor principal sería la tasación de los bienes de la Iglesia y dirigir la guerra.
[7] Durante su pontificado tuvo mano dura contra los movimiento heréticos de su época.