Pabellón Argentino

Sin embargo el Intendente porteño Francisco Seeber insistió en financiar el traslado del Pabellón a Buenos Aires, compartiendo gastos con el Gobierno Nacional, y ese 1 de febrero comenzó el desmonte del edificio de hierro, que fue embarcado en 6000 bultos en la barca “Ushuaia” rumbo a la Argentina.

Así, en el viaje se perdieron dos lienzos pintados por Albert Besnard, pero el cargamento llegó a Buenos Aires hacia fines de 1890.

La vieja construcción colonial fue demolida, y el ingeniero holandés Juan Waldorp (padre) fue el encargado de rearmar el Pabellón ahí en 1893, con la concesión para explotarlo comercialmente durante 15 años.

La reinauguración del edificio fue fijada para el 14 de enero de 1894, mientras la Cervecería Bieckert construyó sobre el lateral del terreno mirando a la calle Maipú, un edificio anexo diseñado por el arquitecto Carlos Morra para instalar una confitería, que finalmente fue un fracaso y debió cerrar.

Pero no fue hasta la organización de la Exposición del Centenario, otra vez en un contexto floreciente para la economía argentina, que el Pabellón encontró un uso fijo.

Las condiciones de mantenimiento tampoco eran las más adecuadas, considerando que era un pabellón pensado para un corto tiempo de vida, y se encontraba instalado en Buenos Aires hacía ya 15 años.

Pero la iniciativa del Intendente no tuvo freno, y todos los terrenos fueron expropiados en el siguiente año, comenzando las demoliciones en 1933.

Se sostiene que el Pabellón fue desarmado y sus piezas fueron almacenadas en un terreno baldío en el cruce de la Avenida Figueroa Alcorta y Austria, permaneciendo a la intemperie durante un par de años, hasta que cuando se las ofreció en remate un tiempo después, no se consiguieron ofertantes de ningún tipo.

Vista del contrafrente que miraba hacia Retiro , con su jardín y bancos públicos (ca. 1900).
Vista aérea de la Exposición de 1889. El Pabellón Argentino se distingue abajo, a la derecha de la Torre Eiffel , frente al río Sena
Las demoliciones en Plaza San Martín (1932). Al centro, el Pabellón y el anexo aún en pie.