En el siglo XII la ciudad experimenta un importante desarrollo a pesar de los problemas en la región derivados por el tema del catarismo por la Iglesia católica.
El papa Bonifacio VIII premió la fidelidad de la ciudad convirtiéndola en obispado, en 1295 y nombrando a Bernard Saisset abad.
Saisset se convirtió en el principal intermediario entre el Papa y Felipe IV de Francia en la Cruzada contra los albigenses.
En estos tiempos, por el número de conventos, Pamiers estuvo a la misma altura que Toulouse, Burdeos o París.
La mayoría de los edificios históricos fechan los siglos XVII y XVIII, destacando en ellos la utilización del ladrillo rojo como en Toulouse.