[2] Franco le contestó haciendo referencia a los dos intentos de don Juan para luchar en el bando sublevado: «me es grato recordar que entre esa juventud admirable habéis intentado formar, solicitando reiteradamente un puesto de soldado».
En abril un representante suyo viajó a Berlín para establecer un enlace directo con el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán pero el representante de Ribbentrop le contestó que Alemania no estaba interesada en la propuesta, aunque mantendría buenas relaciones con un gobierno «nacional» que pudiera establecerse en Madrid.
[6] Este respondió que necesitaba tiempo porque destituir inmediatamente a Serrano Suñer desataría una grave crisis política.
Como esto significaba apartar a Franco del poder varios generales se retiran y, por otro lado, el gobierno británico, con cuyo respaldo habían contado hasta entonces, tampoco quiso comprometerse en el derrocamiento de Franco.
Así frente a la tesis que sostenían Franco y su asesor el capitán de navío Luis Carrero Blanco, de la Monarquía como continuidad del régimen franquista, don Juan presentaba la Monarquía como alternativa al mismo.
[15] Don Juan hizo estas declaraciones porque temía que «la política exterior del general Franco, política poco compatible con las obligaciones que impone la neutralidad estricta en la guerra mundial, pudiera provocar consecuencias peligrosas para el futuro de España».
Por esas mismas fechas se formó un comité monárquico integrado por Alfonso García Valdecasas, Germiniano Carrascal, Joan Ventosa i Calvell, Manuel González Hontoria y José María Oriol, que representaba la sector de la Comunión Tradicionalista que encabezaba el conde de Rodezno.
[29] En el mismo también hizo un llamamiento a la unidad de la oposición antifranquista, pero el mismo «no tuvo eco decisivo más allá de los círculos del exilio cercanos a su figura y línea política durante la propia guerra civil».
[37] En cuanto a los dos gobiernos autónomos, el gobierno de Euskadi siguió actuando en el exilio francés, pero la invasión alemana obligó al lehendakari José Antonio Aguirre a esconderse durante más de un año en Bélgica y en Berlín.
Después López fue conducido a París donde se entrevistó con el secretario general del consejo nacional de CNT, Germinal Esgleas, su compañera Federica Montseny, y algunos libertarios más.
[51] Cuando López llegó a Barcelona se enteró de que Pallarols había sido detenido en Valencia por la policía franquista junto con otros compañeros.
De esta forma lograron cruzar la frontera varios cuadros medios y altos del PCE que no habían sido evacuados en los momentos finales de la guerra, como Jesús Larrañaga, Manuel Asarta, Casto García Roza, Manuel Cristóbal Errandonea, Félix Llanos o Encarnación Fuyola Miret, entre otros.
[55] La primera organización del partido que se constituyó en la clandestinidad fue en Madrid donde nada más acabar la guerra se formó un comité provincial encabezado por Matilde Landa e integrado por varias militantes más, algunas de ellas jóvenes pertenecientes a las JSU.
Sin embargo, la policía había conseguido los ficheros de las JSU por lo que pronto comenzaron los arrestos.
[57] Matilde Landa también fue detenida, así como Enrique Sánchez y José Cazorla que había constituido la primera «delegación del comité central», el término empleado para referirse a la dirección comunista clandestina del interior de España.
[60] En la primavera de 1941 la dirección del PCE en México —formada por Vicente Uribe, Antonio Mije y Pedro Checa— decidió enviar a España a varios cuadros del partido para hacerse cargo de la organización en el interior.
[63] A esta gravísima acusación se sumó la de «trosquista» —el peor calificativo que podía recibir un comunista en los tiempos de la ortodoxia estalinista— por no haber seguido la «política correcta» acordada por el partido, aunque no fue hasta siete años después cuando la dirección del PCE difundió el término «quiñonismo» y lanzó durísimos e infames ataques contra él y sus colaboradores.
En Asturias, donde la represión fue más fuerte debido a la mayor presencia de la Guardia Civil y del Ejército que combatían al maquis, no se constituyó su primer comité provincial hasta 1944.
Le sustituyó Julio Méndez, pero Gómez retomó de nuevo la dirección en 1943 tras ser indultado.
[75][76] En cuanto a sus objetivos la Federación estableció como prioritaria la supervivencia porque asumía que la lucha guerrillera no podría derribar ella sola la dictadura franquista y que ésta caería únicamente mediante una intervención de los aliados en España.
[86] Sin embargo, en el manifiesto no se mencionaba a don Juan como la persona sobre la que debía recaer la continuidad de «nuestra tradición histórica».
[88] Asimismo denunció a los burgueses y conservadores pusilánimes que no comprendían «nuestra revolución».
Fue entonces cuando él y los otros tenientes generales monárquicos «optaron por la medida menos arriesgada de elevar una petición al Caudillo».
Una Monarquía que diera sensación de continuadora del Régimen actual no duraría tres meses».
[105] En un nuevo telegrama don Juan le reclamaba la «urgente transición del régimen falangista a la restauración monárquica».
[116] La liberación de Francia llevó a la Unión Nacional Española, una organización impulsada por el PCE que pretendía encuadrar a todas las fuerzas antifranquistas, tanto republicanas como monárquicas[117] o carlistas,[118] a considerar que era el momento propicio para poner en marcha la invasión de España una vez que los alemanes habían abandonado los puestos fronterizos y habían sido sustituidos por miembros de la Gendarmerie Nationale.
[135] Por otro lado la CNT y el Movimiento Libertario en general se rehicieron rápidamente del golpe que supuso la detención de Sigfrido Catalá en marzo de 1945, pues al mes siguiente ya se había formado un nuevo comité nacional encabezado por José Expósito Leiva.
Como sólo asistieron 72 diputados —aunque otros 49 se adhirieron por escrito— los socialistas «prietistas» arguyeron que no existía el quórum suficiente para dar validez a la reunión por lo que en la segunda sesión, prevista para el 17 de enero, no se podría aprobar la formación del Consejo Nacional de la República Española.
[144] Así el régimen franquista quedó excluido de la conferencia de San Francisco que daría nacimiento a la ONU, y a la que sí fueron invitados como observadores políticos republicanos del exilio.
El contenido de la carta llegó a conocimiento del general Franco quien inmediatamente ordenó al embajador español en Suiza que se entrevistara con don Juan en Lausana, donde residía.