Fue la primera iglesia monumental erigida en la capital bizantina después de Santa Sofía en el siglo VI, y marca el comienzo del período medio de la arquitectura bizantina.
Basilio se consideraba a sí mismo como un restaurador del imperio, un nuevo Justiniano, e inició un gran programa constructivo en Constantinopla imitando a su gran predecesor.
Basilio construyó cerca otra iglesia, la «Teotokos de Faros».
Durante su reinado, y el de sus inmediatos sucesores, la Nea desempeñó un papel importante en ceremonias palatinas,[6] y al menos hasta el reinado de Constantino VII, el aniversario de su consagración fue una gran fiesta dinástica.
Así en 1490, cuando el edificio fue alcanzado por un rayo, quedó destruido y posteriormente se demolió.
La iglesia fue construida con cinco cúpulas: la central se dedicó a Cristo mientras que las cuatro más pequeñas albergaban capillas de los otros cuatro santos a quienes estuvo dedicada la iglesia.