Alberga la colección donada a la ciudad por el escultor Frederic Marès Deulovol (Portbou, 1893 - Barcelona, 1991).Marès no abandonó su pasión por coleccionar y el edificio fue ampliándose con nuevas salas hasta 1970, año en el que el museo adquiere el volumen actual.A partir del momento en que el museo ya no se pudo ampliar más, Marès decide repartir su colección.[4] Frederic Marès convirtió la escultura en algo más que su vocación artística.La sección de escultura se complementa con otras colecciones: pintura, tejido e indumentaria, orfebrería y mobiliario.[5] La primera sala del museo está dedicada al mundo antiguo.Finalmente, en el mismo ámbito se exponen piezas que cronológicamente no corresponden a la antigüedad, se trata de réplicas de obras conocidas y modelos hechos al estilo clásico, que siguiendo la tradición de los coleccionistas privados desde el Renacimiento, s exponen conjuntamente con las obras antiguas.Las obras góticas del siglo XV se concentran en las salas 14, 15 y 17.Del panorama artístico hispánico de este momento se exhiben esculturas hispanoflamencas, el estilo propio arraigado en Castilla a partir de la influencia directa del arte flamenco.[8] La escultura renacentista, el período artístico mejor representado de la colección, se expone desde la sala 18 a la 24.Aparte de unas primeras obras que se podrían definir como goticorenacentista, se exponen obras con una nueva estética que llega a la Península a través de artistas italianos o maestros españoles formados en Italia, u obras importadas de ese país.El neoclasicismo está bien representado con obras de los escultores Damià Campeny y Antoni Solà.Completa este ámbito una selección de medallas conmemorativas, fundamentalmente francesas y catalanas.Los principales centros productores son Manises, Paterna, Talavera de la Reina, Puente del Arzobispo, Barcelona, Muel y Alcora.[24] Marés también donó parte de su propia obra escultórica, la cual se exhibe en su Estudio-Biblioteca abierto al público desde 1996.La nueva presentación museográfica ha comportado la renovación del discurso museológico, aportando contenido informativo sobre el espacio, el personaje y las obras expuestas, así como del mobiliario expositivo y la sustitución de la antigua iluminación por lámparas LED.La nueva presentación ha querido mantener la misma atmósfera de calidez, tal como lo había ideado el propio Frederic Marès, y la singularidad del espacio.