Eso impulsó la difusión de las imágenes digitales del singular edificio Guggenheim Bilbao en todo el mundo.
Como muchos de sus trabajos anteriores la estructura principal está radicalmente esculpida siguiendo contornos casi orgánicos.
También quiso establecer dos centros de arte en Europa, por lo que eligió dos ciudades: Berlín (Alemania) y Bilbao.
Gehry ganó el concurso, y fue entonces cuando se decidió no hacer la rehabilitación pretendida por la Fundación Guggenheim en la citada Alhóndiga (actual Azkuna Zentroa).
Escogió este preciso lugar porque el museo podría ser visto desde tres lugares estratégicos de la ciudad.
Este hecho hizo que inspirase el Museo Guggenheim en su auditorio ideado, compartiendo ambos proyectos un planteamiento muy similar.
La adaptación a la arquitectura de este programa conllevó enormes gastos, los cuales fueron afrontados por la Fundación Guggenheim.
[12] Dentro del aparente desorden de la envolvente, existe un patrón que rige la volumetría.
El museo visto desde el este se ve más ingrávido que desde otros lugares, y se pueden observar extraños paralelogramos curvos y torcidos que conforman la sala del pez.
Tras estos bloques hay una pequeña plaza que conduce a la entrada principal del edificio, y en este espacio abierto se encuentra la escultura Puppy de Jeff Koons.
Sobre las puertas de la entrada hay una pared acristalada que no cubre nada.
Bajo el grueso techo de la misma hay una estructura metálica que lo sujeta.
Además hay ascensores, pasarelas y escaleras que comunican con las plantas superiores.
A éstas se accede desde el hall, al igual que la Gran Sala.
En cada planta hay tres salas y para acceder a la última es necesario atravesar las dos primeras.
Casi todas las salas del museo tienen lucernarios que dan una luz cenital muy interesante.
Le interesa mucho los animales y los sistemas que usa la naturaleza para cubrir superficies curvas, similares a las del museo.
Finalmente se decantó por hacer las piezas de titanio, un metal bastante caro que contrasta con los materiales económicos usados en sus primeras obras.
La aleación definitiva es de zinc y titanio, existiendo una proporción mucho mayor del segundo metal.
Al ser tan fino, se adapta perfectamente a la curva descrita por el edificio.
Cada pieza está ligeramente almohadillada para que se adapte perfectamente a su lugar.
Estas obras, llevadas a cabo por artistas contemporáneos, hacen que confluyan los espacios interiores y exteriores del edificio.
Algunos de los artistas que conforman esta colección son: Cristina Iglesias, Sol LeWitt y Mark Rothko, entre otros.
Posteriormente, en 1998, Oteiza firmó un acuerdo de colaboración con el museo, poniendo fin con ello a las críticas y descalificaciones previas.
[19][20][21] Se ha criticado también al edificio por su elevado coste y el carácter casi experimental de muchas de las innovaciones que se hicieron en su construcción, que han hecho más caro y difícil su limpieza y mantenimiento, por humedades, oxidación del titanio (aunque no se trate de una verdadera oxidación), etc.[3] Sin embargo, la mayoría de las críticas se vieron apagadas por el inesperado éxito que el edificio y el propio museo tuvo a nivel mundial, trayendo a la ciudad enormes beneficios y dimensionando positivamente la imagen de Bilbao a nivel internacional.
[39][40][41] El 26 de julio del mismo año se informó que la Diputación había destinado 40 millones de euros como primera inversión y se había firmado un protocolo con el Gobierno central, que aportaría fondos europeos al futuro museo.
El Guggenheim Urdaibai abriría solo algunos meses al año con un cupo máximo de visitantes.
[53] El 10 del mismo mes, se publicó que la Diputación «blindaba» 40 millones para ejecutar «cuando sea» el Guggenheim de Urdaibai, reservando la partida aún sabiendo que no la utilizaría en 2023 y destinando otros 10 millones a estudiar los suelos, potencialmente contaminados, donde se ubicará la pinacoteca.
[54] Dos días después se conocía que el Gobierno central aportaría 40 millones de euros al Guggenheim de Urdaibai al aceptar una enmienda del PNV a los Presupuestos Generales del Estado para sumar otros 25 millones a los 15 ya previstos, igualando la partida reservada por la Diputación.
Además, dejó claro que él "no ha confirmado, negado ni puesto en duda nada" en relación con este proyecto impulsado por la Diputación Foral de Bizkaia.