Destacaron en su montaje los arqueólogos locales José Lafuente Vidal y Francisco Figueras Pacheco.
El lenguaje utilizado por el arquitecto en esta obra se nutre artificiosamente del repertorio clásico, incorporando balaustradas, arcos de diversa procedencia, pináculos, escalinatas, y manteniendo la línea de lo que venía realizando en este momento.
Con esta tendencia el museo va más allá de los muros del edificio.
El yacimiento se ubica a 500 m s/n/m y tiene unas coordenadas cartográficas de 38°45′38″ lat.
Descubierto en 1980, queda compuesto por ocho abrigos, de los que cinco presentan motivos pintados en un rojo intenso perfectamente visibles.
La representación de la figura humana constituye su tema central, destacando los orantes, con los brazos extendidos hacia arriba.
Junto a estas figuras, que a veces conforman grupos o parejas, abundan motivos geométricos, sobresaliendo aquellos serpentiformes o meandriformes formados por gruesas bandas sinuosas de desarrollo vertical.
En los tiempos en que se realizaron las pinturas era un santuario: un lugar de encuentro y culto de gentes unidas por profundas creencias, en las que la fertilidad y la fecundidad, el ciclo agrícola o los vínculos familiares cobraban un especial protagonismo.
La puesta en valor del yacimiento permite disfrutar, aprender y comprender el Arte Macroesquemático con un equipamiento cultural de excepcional importancia.
En la actualidad conserva íntegra toda la superficie urbana (alrededor de 25.000 m²), encorsetada por una muralla cuyo perímetro mide unos 600 metros aproximadamente.
La Illeta dels Banyets es uno de los yacimientos arqueológicos alicantinos conocidos y excavados desde hace más tiempo.
Actualmente, la Illeta dels Banyets es un promontorio estrecho y largo con una superficie de 10 000 m², de los que aproximadamente 4.000 m² conforman el yacimiento arqueológico, teniendo su punto más alto a 7,8 m sobre el nivel del mar.
El nivel más superior corresponde a la Época Romana, entre los siglos I y II d. C..
Sobre los cimientos del abandonado poblado ibérico se levantó una villa romana con unas pequeñas termas anejas.
Es muy poco lo que se conserva, aunque sí se puede distinguir perfectamente la zona de residencia del propietario (pars urbana) y otra relacionada con actividades agrícolas (pars rustica).
La comunicación entre ellas se realiza mediante ranuras verticales talladas en la roca que servían, a su vez, para facilitar la apertura y el cierre de los portones.