Las primeras obras escultóricas de Oteiza están fuertemente influidas por el cubismo y el primitivismo.
Durante su estancia en el continente americano, toma contacto con artistas, entre los que cabe destacar a Edgar Negret o Joaquín Roca Rey.
En esta gran obra, Oteiza pone en práctica sus teorías sobre el debilitamiento de la expresión figurativa, aplicándolas a un tema religioso.
Con la experimentación heredada del constructivismo, Oteiza se embarca en lo que denomina su Propósito Experimental (1955), título con el que se presenta en la Bienal de São Paulo (1957), donde obtiene el premio extraordinario de escultura.
En la Exposición se establece la influencia directa del Pabellón de Austria, obra de Karl Schwanzer, en el proyecto arquitectónico que estaba desarrollando en ese momento, junto con el arquitecto Roberto Puig, para el Monumento a Batlle en Montevideo.
[5] En 1959, por entender que había alcanzado a su fase conclusiva, decide abandonar la actividad escultórica.
Ensayo de interpretación del alma vasca, que se convertiría en su texto más conocido y polémico.
También suscitó polémica la existencia de ediciones seriadas producidas sin el debido control.