Con apenas 14 años entró en el alfar que Daniel Zuloaga tenía en San Juan de los Caballeros, donde permaneció hasta 1919.
[4] Con el tiempo, aquel taller, al que se había incorporado el escultor Emiliano Barral, amigo de Arranz (y más tarde cuñado al casarse con Elvira Arranz), atrajo a los componentes de una animada tertulia.
En 1927, nombrado profesor de la Universidad Popular Segoviana, fue así mismo becado por el Gobierno de la II República Española con una beca para "Expositores y Conferenciantes" con la que pudo viajar a América.
Arranz aplazó su regreso a España, fijando su residencia en la capital argentina y abriendo taller en 1929, primero en la calle General Domínguez 757 de Avellaneda y luego, junto a Pedro Zurro de la Fuente, en la calle Rivadavia.
En 1939, al conocer el resultado final de la guerra civil española Arranz se nacionalizó argentino.