[11] En recuerdo de estos sucesos, el comediógrafo pamplonés, Fiacro Iráizoz Espinal, y el médico agoizco, Manuel Jimeno Egúrvide[12][10], mediante sendos artículos en los medios locales, lanzaron ideas afines sobre erigir un monumento a los Fueros.
[17][18] Precisamente será este carácter popular el que marcará un ritmo pausado por falta de presupuesto para afrontar las obras.
Las traducciones son las publicadas en la época, en 1907:[28] I.—«Gu Euskaldunak beste, jaun eztegu Jaun-Goikoa baizik; atzekoari ostatatua ematen degu onirizbero, baño eztegu nai ayen uztarria jazan: aditu ezazute ondo, gure semeak.» (En español: «Los Euskaldunas, que no tenemos otro señor que el Señor de lo Alto, acostumbramos dar cariñosa hospitalidad al extranjero, pero no queremos soportar su yugo.
El arquitecto aún no muestra el estilo modernista al que se adscribirá más tarde en el resto de sus obras.
[30] Con todo, no pasaban por alto los continuos intentos del gobierno estatal por erosionar, mermar los derechos forales de la provincia.
La reacción popular conocida como la Gamazada estuvo orquestada por las propias instituciones municipales y forales y este monumento a los Fueros es la materialización artística de ese "espíritu" que salió adelante en tanto en cuanto se mantuvo viva la llama que prendió tal reacción y cuyo enfriamiento se vio reflejado en los propios donativos que fueron decayendo y obligaron a revisar "a la baja" las expectativas sobre el proyecto inicial.
La matrona que corona el conjunto es una alegoría de Navarra sujetando dos signos muy propios como son las cadenas y la "Ley Foral".
Además, su base pentagonal, como ya se ha indicado, es una referencia directa a las cinco merindades que durante siglos ha organizado administrativamente esta región.
[31][27] El Aralar, diario católico fuerista, escribía en 1894: El Monumento a los Fueros es la petrificación del entusiasmo navarro.
[37] Tampoco se pretende minusvalorar obras realizada con anterioridad, especialmente en varios bustos y arte funerario, pero será sin duda este monumento el hito que marcará el viraje en esta línea de arte escultórico.
[38] Lleno de mensajes simbólicos, la reiterada aparición del número cinco (columnas, pentágono, número de escudos, leyendas, etc.) es una referencia directa a las cinco merindades que integran Navarra.
Según recogía "La Avalancha" en 1907: «Descansa este monumento sobre una robusta base formada por un cuerpo o zócalo pentagonal, contrafortado en los cinco ángulos por espigones que rematan en gruesas columnas que simbolizan las cinco merindades que constituyen el reino de Navarra.»[28] Estas columnas, «tanto por su altura como por su grosor traen a la memoria las de la cripta del Monasterio de Leyre.»[39] En el año 2010 se realizaron varias labores de restauración del monumento con un coste cercano a los 40.000 euros cuya objetivo principal fue la limpieza del conjunto durante cinco semanas.