Pedro I terminó las obras comenzadas por su padre y lo cedió en 1363 a sus hijas Beatriz e Isabel para que lo convirtieran en un convento.[1] En febrero de 1365, el papa Urbano VI expidió cinco bulas para amparar su fundación.El monasterio acogió a varias mujeres de la alta nobleza, tales como la mencionada Juana Alfonso de Castilla y su hija Leonor que profesó ahí, así como a la reina viuda Juana Manuel.En el cuerpo inferior está la puerta con un dintel adovelado y encima una inscripción en caracteres árabes.En el arrocabe o friso decorativo donde descansa la estructura, bellas pinturas góticas representando a Cristo, María y diversos santos.Presenta una elegante decoración escultórica y un excepcional retablo en forma de tríptico.En la actualidad no puede verse la ornamentación dorada que tenía la cúpula con adornos de lacería, pues todo lo destruyó un gran incendio.La arquitectura actual es clasicista del siglo XVII, y su autor Francisco de Praves.