La reconstrucción de la zona se realizó entre 1562 y 1576.
En junio de 1561, el rey Felipe II decidió instalar de forma definitiva la capital de su imperio en Madrid, lo cual provocó un fuerte impacto en ciudades como Valladolid o Toledo.
El fuerte viento del este, que varió después a suroeste, expandió el fuego en todas las direcciones dificultando su extinción.
La catástrofe fue paliada en parte por la orden de Felipe II de proceder a la reconstrucción de la ciudad (la Corte se había trasladado el año anterior a Madrid), ya que el suceso había dejado grandes explanadas sin construir en el centro de la ciudad.
Esto permitió que Valladolid se convirtiese en uno de los centros de desarrollo de los nuevos estilos que venían apareciendo en España: el herreriano y, posteriormente, el barroco.