Además de estas cinco regiones, debajo del inframundo hay un ultramundo llamado Tzopilotlacualco, aunque ambos mundos no están conectados, pues se cree que existe un vacío entre estos.Entre estas se encuentran Miquíztetl (la muerte), Miccapetlacalli (la tumba), Nextepehuah (las cenizas), Nexoxcho (el miedo), Xoaltentli (el sueño), Necoc Yaotl (la discordia), Tlaltecuhtli (el desierto), etc.El río Apanohuacalhuia delimitaba la frontera entre los vivos y los muertos, en continuidad con los xoloitzcuintle, que eran afluentes, donde los muertos debían cruzarlo para seguir con su descenso, y aquellos que no podían cruzarlo, eran obligados a vagar, como sombras, alrededor de sus orillas cuyo aire frío hacía de oídos sordos a las quejas de los muertos que sufrían constantemente por el remordimiento de haber lastimado a un perro en vida, por esta causa, los naturales solían tener y criar perros para tal menester, tratarles con cariño para ser reconocidos como dignos, y al que le ponían en el cuello un hilo flojo de algodón, se dice que el xoloitzcuintle debía ser de color marrón, pues según los Mexicas los xoloitzcuintles negros consideraban que ya estaban muy bañados en el río y uno y los muy blanco no se querrían ensuciar.A continuación, se encontraba un extenso complejo llamado Itzehecayan, dividido en dos regiones con fuertes vientos, indispensables para que los muertos arrojasen todas sus pertenencias como ropa, alhajas, armas y despojos personales, vientos tan fuertes que levantaban piedras y cortaban a los cadáveres de los muertos con múltiples puntas de pedernal al recorrerlo, este complejo estaba dividido en dos regiones diferentes llamados Cehueloyan y Pancuecuetlacaloyan.Región donde existía un extenso sendero en cuyos lados manos invisibles enviaban puntiagudas saetas para acribillar a los cadáveres de los muertos mientras lo atravesaban, las saetas perdidas durante batallas que el muerto debía evitar para no ser flechado e irse desangrando.Una vez que el muerto lograba entrar en el Mictlán, Mictlantecuhtli decía "Has terminado tus penas, vete, pues, a dormir tu sueño mortal", con esta frase tanto el dios de este lugar como su esposa concedían el verdadero descanso.[8] Entre estas se encuentran los tlaquetzalmeh (horcones), el monstruo Cipactli, los tlalhuitzocmeh (gusanos), las tzitzimimeh, etc.[11] La luna, en su recorrido alrededor de la tierra, se queda a descansar cada medianoche en el ultramundo durante 20 días.
Los niveles del Mictlán, Códice Vaticano A
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