1200-1519); su culto se encuentra principalmente entre los mexicas y otras culturas de habla náhuatl.
Tlaltecuhtli era una deidad de la Mesoamérica antigua, plasmada en las esculturas e iconografía; también es conocida gracias a varios manuscritos coloniales mexicanos en los que quedaron registrados los credos, ceremonias y pensamientos de los pueblos del México prehispánico; además se registró en Histoire du Méxique, una compilación sobre la cultura mexicana hecha a mediados del siglo XVI.
[1][2] De acuerdo con fuentes no determinadas, Tlaltecuhtli se describe como un monstruo marino que vivió en el océano después del cuarto diluvio; es una encarnación del caos que asolaba antes de su creación.
[6] A esta deidad se le encuentra asociada en algunas ocasiones con Cihuacóatl, Tonantzin y Tonatiuh.
Por otra parte en su libro Tlaltecuhtli, Leonardo López Luján (arqueólogo del Templo Mayor) describe a la diosa como un monstruo caótico y fértil que, una vez muerto, explota de vida; un devorador que nutre y hace vivir la Tierra que, con el sol, se reparte el imperio del mundo.
La principal reverencia que en su honor se practicaba, era tomar el polvo con el dedo mayor de la mano y llevarlo a la boca; se hacía en memoria del nacimiento y muerte de los hombres; y como hembra del mismo elemento, la tierra, Tlalcíhuatl (del náhuatl, "señora tierra") era representada como una rana fiera, con bocas llenas de sangre en todas sus coyunturas, para representar que todo lo comía y tragaba.
En la creación de la Tierra, los dioses no se cansaban de admirar el mundo líquido, sin oscilaciones, sin movimientos, por lo que Tezcatlipoca y Quetzalcóatl pensaron que el mundo recién creado debía ser habitado.
Un día, los dos dioses impacientes llamados en su lado masculino Tezcatlipoca y Quetzalcóatl decidieron crear la tierra.
En un lugar donde había agua le permitieron caminar, y escondidos se pusieron a observarla.
Ella era un caos venerado, un ente sagrado y estos dioses masculinos se dijeron que era menester fundar la tierra.
[12] La primera montaña, cuya representación era el templo mayor de las ciudades mesoamericanas fue creada por los dioses como un lagarto monstruoso que flotaba en las inmóviles aguas del mar.
En las articulaciones este ser tenía ojos y boca, con la cual mordía como bestia salvaje.
Sin embargo se describirá a continuación las representaciones más significativas de la mitología mexica.
[7] Por ello, fue en el 2006 con el descubrimiento del monolito, cuando se intensificó la teoría de Tlaltecuhtli como una deidad femenina con cabellos rojizos rizado con una banda en su frente, falda corta, torso descubierto, garras y dientes afilados.
[7] Por otra parte, el rostro de la diosa posee una frente estrecha, limitada por dos bien señalados arcos superciliares que enmarcan unos ojos semicirculares con pupilas, comisuras y párpados realzados.
Siguiendo los estudios del arqueólogo Matos Moctezuma,[15] este dios estaba directamente asociado a distintas funciones y se sabe por las distintas representaciones que se han encontrado del mismo; entre estas: fecundar la tierra que da vida, devorar cadáveres por su vagina dentada (Mircea Eliade describe este término en el libro Iniciaciones místicas como el descenso a una cueva o hendidura en la tierra, a la cual se le considera como la boca o útero de la tierra[17]), “parir” a los muertos para que pueda renacer y llegar a su destino según la manera en la que hayan muerto, ser tierra y el primer paso al inframundo, la de estar entre los niveles del inframundo y los del cielo, la de ser tierra que descansa sobre las aguas primordiales.
[21] Los otros dioses quedaron atónitos por lo sucedido y como recompensa, descendieron a consolarla y llenarla de regalos haciendo que de ella saliese todo fruto necesario para la vida.
Así, desde la perspectiva de este códice, no son lo mismo Cipactli y Tlaltecuhtli.
Tlaltecuhtli fue hecho, nace, del cuerpo de Cipactli, son diferentes, según el mito antiguo: "Después, estando todos cuatro dioses juntos, hicieron del peje Cipactli la tierra, a la cual dijeron [llamaron] Tlaltecuhtli, y píntalo como dios de la tierra, tendido sobre un pescado [el monstruo marino] por haberse hecho de él.
Respecto de esto, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, coordinador del proyecto Templo Mayor, agregó que «Tlaltecuhtli es una deidad telúrica y nocturna del sexo femenino que porta un faldellín adornado con cráneos y huesos cruzados, además de lucir un adorno dorsal con tiras y caracoles, exclusivo de las deidades femeninas».