Tonatiuhichan (del náhuatl: Tonatiw ichan ‘la casa del sol’‘tonatiw sol; i- su-de él, chantli hogar’) es un paraíso, uno de las cuatro postrimerías del hombre en la mitología mexica, ya que para los antiguos mexicanos, lo que determinaba el lugar al que había de ir el alma de un difunto, no era la conducta que éste hubiera observado en vida, sino la forma de morir; para tal efecto, disponían de cuatro paraísos, acomodados en los cuatro puntos cardinales alrededor del Sol.
[2] A ese lugar iban las almas de los guerreros muertos en combate o en sacrificio.
Era el Tonatiuhichan un gran valle con arboledas y jardines floridos en los que permanecían las almas de los guerreros en continuo placer y deleite; sin sentir ya jamás tristezas, dolor o disgusto.
Su máxima gloria consistía en acompañar al astro rey en su vuelo por el cielo hasta el cenit para volver luego a la gran llanura a seguir su existencia de gozo constante.
En el Tonatiuhichan pasaban las almas cuatro años, después podían pasear también por su tierra convertidos en colibrí o alguna otra ave de hermoso plumaje y se alimentaban con el néctar de las flores en los jardines de la Casa del Sol, pudiendo también descender a la tierra, eran llamados los cuauhteca o « gente del águila».