Realizó su aprendizaje con Gregorio Fernández, escultor gallego asentado en Valladolid.
Más tarde lo hizo en el monasterio de Aránzazu (Guipúzcoa).
En el coro alto San Benito, con una figura de cuerpo entero, preside la iconografía donde no faltan santos venerados popularmente en Galicia.
Se percibe aquí y allá la influencia de otro escultor gallego: Gregorio Fernández.
Según algunos autores habría trabajado también para el Monasterio de Oseira, Orense, aunque esto ha sido puesto seriamente en cuestión en las últimas investigaciones realizadas.