Fue el fundador de la fábrica chocolatera Chocolates y Dulces Matías López.Sus abuelos paternos fueron José López y Juana Rivas, a los cuales Matías no conoció.Con quince años cumplidos Matías abandona su pueblo de origen para dirigirse a Madrid.[3] En efecto, no fueron fáciles en absoluto aquellos años en los cuales desarrolló estudios específicos y propios del mundo mercantil.Matías López daría buena cuenta de su formación amplia empresarial en años posteriores.Ella vivía en la Calle Jacometrezzo esquina a Oliva, muy próxima por tanto al lugar donde trabajaba Matías.Su entrada en la política se produce, pues, en ese mismo año y desde el escalafón más bajo: concejal del Ayuntamiento de Madrid.Dos meses más tarde Don Matías desaparece de la estela política al disolverse las Cortes.Sus escasas intervenciones en el Parlamento se reducen a la defensa del citado doctrinalismo librecambista.Es así como Matías López adquiere el reconocimiento social que llevaba buscando durante aquella década, y se convierte en el típico hombre hecho a sí mismo de la Restauración, elegido Senador Vitalicio del Reino en virtud de su participación fiscal en el sostenimiento de los gastos del Estado (Mayores Contribuyentes).Desde ahí, Matías López como socio cofundador y vicepresidente intentará presionar al gobierno para que lleve a cabo una reforma de la economía española que le permita realizar sus exportaciones.En mayo del año 1890 fallece su hijo Pablo López a causa de una enfermedad.En el año 1851 Matías López adquiere por buen precio un modesto molino de chocolate situado en la calle Jacometrezzo.Los tenderos, naturalmente desconocían tal producto, pero el nombre se les quedaba grabado en la memoria.Semanas más tarde, con su producto elaborado por él mismo en su molino de Jacometrezzo, Matías aparecía ofreciéndolo.Fueron tácticas como éstas las que hicieron despegar a Matías López y sacar adelante una industria de la nada, unidas a su laboriosidad y entrega comentadas anteriormente, que se obvian en otras anécdotas como la de que en numerosas ocasiones Matías se quedaba a dormir en su expendiduría de chocolate debajo del mostrador.El proceso mediante el cual puso fin a sus inconvenientes productivos se divide en tres líneas: La propuesta, en resumen, no es otra que dar una respuesta científica y racional a los problemas que la fabricación del chocolate demanda, y ello solo es posible realizando un estudio sistemático de todo el proceso de elaboración.Esa pasión por las máquinas fue su referencia obligada, tanto en sus constantes viajes como en cuantas relaciones amistosas emprendió.Acude a cuantas exposiciones nacionales e internacionales existen obteniendo un sinfín de medallas y condecoraciones.Dicha fábrica, que se dedicaba a la refinación de azúcar principalmente y pertenecía a la empresa "Rafael Taboada y Cia", tuvo serios problemas para iniciar el proceso productivo.Muy contrario al modelo de la primera revolución industrial, en donde empresarios sin escrúpulos rodean su centro fabril de un proletariado desarraigado que vivía en un medio hostil formado por barracas alrededor de los talleres, Matías López y López decide convertir el espacio que rodea su templo en un auténtico oasis, dada la belleza del lugar en el que se encontraba su fábrica, planificando toda una serie de edificaciones y espacios verdes en donde se desarrollase la vida industrial.Para dar su último y gran paso definitivo Don Matías vuelve a su punto de partida: la calle Jacometrezzo.Un pintor madrileño, culto, instruido, progresista y contrario a la reina Isabel II.
Residencia habitual de D. Matías López en la calle Palma Alta, 8 de Madrid
Portada de la Revista "América y España en las exposiciones Universales de 1889" (1890)