Tradicionalmente ha servido para hacer fermentar el pan, antes de que existiese la levadura comercial.
Es el homólogo de términos como sourdough en inglés, Sauerteig en alemán o levain en francés.
Se suele elaborar a partir de cereales como el trigo o el centeno.
Para elaborar masa madre se necesita agua y un cereal, preferiblemente en estado de harina.
En ese punto, la masa está preparada para ser usada en la elaboración de pan.
Este proceso suele dar resultados más rápidos con harina integral de centeno.
Para el método del refrigerado, se puede guardar este líquido espeso (o masa) en un bote en la nevera, pudiendo durar hasta unos seis meses.
Tras permanecer en la nevera varios meses, la masa madre se refresca para que pierda acidez y así poder hacer pan con el sabor adecuado: A partir de ese momento, podemos volver a guardar la masa madre en la nevera, para tenerla preparada cuando decidamos hacer pan o usarla directamente para hacerlo.
Lo habitual es obtener 450 g de masa madre una vez doblada, de la que se puede utilizar 400 g para producir pan y 50 para utilizar para otros panes como masa madre.