Con este pan se elaboran las típicas tortas ahogadas, que se cocinan poniendo carne de cerdo al interior del birote y bañando el pan con salsa de jitomate y chile.
No se puede decir que la ciudadanía recibió a los franceses con alegría, pero sí con tranquilidad, porque en los meses anteriores la ciudad había cambiado de mando varias veces y cuando la ocupaban los liberales mataban a muchos tapatíos conservadores y posteriormente, cuando la ocupaban los conservadores, hacían lo mismo con los liberales.
Sin embargo, como las clases se llevaban a cabo en los cuarteles del invasor, no acudían muchos alumnos con el temor de que sus conocidos los consideraran traidores.
Para atraer más alumnado rentaron un local en la Avenida Vallarta, cerca del Parque Revolución que en aquella época quedaba en la periferia de la ciudad.
Claro, la única manera de llegar a este parque en aquella época (1864) era utilizando una de las recién inventadas máquinas del tiempo, puesto que el Parque Revolución se construyó apenas 70 años después, en 1934.
Sin embargo, el barco nunca llegó y Pirotte desalentado regresó a Guadalajara para casarse con su antigua novia, una tapatía de apellido García.
Menciona finalmente que Pirotte el cocinero no pertenecía a la corte de Maximiliano, como se ha informado en la historia del “birote” Total, inventos fantasiosos sin fundamento alguno.
Los jesuitas tapatíos de finales del siglo diecinueve, que se comunicaban entre sí preponderantemente en latín, comenzaron a referirse a este pan por el vehículo en el cual era repartido, la bicicleta: birota (singular), birotae (plural).