Sin embargo, la descendencia por línea masculina del primer marqués se extinguió rápidamente, siendo la última Ana Fernández de Córdoba y Benavides, IV marquesa de Guadalcázar, a cuya muerte en 1656 se inició un pleito por la sucesión del título y mayorazgo que duraría nueve años.
En dicho pleito intervinieron, entre otros, sus descendientes por línea femenina, a través de sus dos hijas (Mariana Francisca, casada con Francisco Fernández de Córdoba y Rojas, conde de Casa Palma; y Brianda, casada con Baltasar Álvarez de Toledo, conde de Cedillo),[3] saliendo favorecido don Luis Fernández de Córdoba y Santillán, quien en 1665 se le proclamó como sucesor de mejor derecho del mayorazgo y título,[4] por ser descendiente patrilineal de Francisco Fernández de Córdoba, VII señor de Guadalcázar (bisabuelo del primer marqués).
en Suecia y Dinamarca, capitán de infantería.
En 1891 murió en Biarritz sin descendientes Fernando Alfonso de Sousa de Portugal, XIII marqués de Guadalcázar, por lo que se inició otro pleito en la sucesión,[6] que resultó en la titulación de María de la Concepción Wall y Diago, condesa de Armíldez de Toledo (bisnieta del X marqués), y más tarde en su tía carnal María Luisa Wall y Alfonso de Sousa, en cuya descendencia permanece hasta la fecha.
Sin embargo, en el año 2001, ocurrió un último pleito[7] entre Olivia de Salamanca y del Amor, marquesa de Villacampo (hija del XVIII marqués), y su tía carnal Asunción de Salamanca y Laffite, por la sucesión del título, resultando en sentencia favorable para la segunda.