De acuerdo con el sénatus-consulte, los mariscales eran grandes oficiales del Imperio, con derecho a un alto cargo en la corte y a la presidencia de un colegio electoral Si bien en teoría el cargo estaba reservado «los generales más distinguidos», en la práctica el emperador Napoleón I concedía el título de acuerdo con sus propios deseos y convicciones y tomó al menos unas cuantas decisiones controvertidas.
Aunque no se trata de un rango militar, los mariscales ostentaban cuatro estrellas plateadas, mientras que en comparación el rango militar más alto, general de división, ostentaba tres estrellas.
Llevaban uniformes distintivos y tenían derecho a portar un bastón como símbolo de su autoridad.
Esto fue seguido por otros seis ascensos, y ocho generales más ascendieron al mariscalato.
Al menos desde el siglo XV, los mariscales ya no se ocupaban de los caballos y establos del rey, sino que eran simples líderes militares, rol que mantendrían hasta los tiempos modernos.
No obstante, los mariscales optaban frecuentemente por usar variantes del uniforme oficial o trajes de diseños totalmente diferentes.
Estos últimos eran célebres por sus sentimientos mayoritariamente republicanos y nunca habían estado bajo el mando de Napoleón.
El Secretario de Estado Henri Jacques Guillaume Clarke redactó una lista inicial que fue modificada posteriormente por el emperador.
Es posible que esto se haya tratado de una omisión, pero no parece haber evidencia a tal respecto.
Entre los hombres a los que se les ofreció el Mariscalato, había una mezcla de célebres generales, que habían comandado los ejércitos de la República (Brune, Jourdan, Kellermann, Lefebvre, Masséna, Moncey), así como generales más jóvenes, cuyo mando nunca superó tropas del tamaño de una división (Mortier, Ney, Soult).
André Masséna se destacó por sus comentarios sardónicos: «Hay catorce de nosotros...», que murmuró cuando sus amigos vinieron a felicitarlo por ser nominado.
Auguste de Marmont, para entonces un general joven, posiblemente enojado por no haber sido nominado, también comentó que: «Si Bessières es mariscal, cualquiera puede serlo».
Irónicamente, de Marmont mismo fue nombrado Mariscal en 1809, aunque se dijo que recibió la distinción gracias a su estrecha amistad con Napoleón y no porque fuera un gran general.