La verdadera pureza Mt 15,1-20 1Se reunieron junto a él los fariseos y algunos escribas que habían llegado de Jerusalén, 2y vieron a algunos de sus discípulos que comían los panes con manos impuras, es decir, sin lavar.13Con ello anuláis la palabra de Dios por vuestra tradición, que vosotros mismos habéis establecido; y hacéis otras muchas cosas parecidas a éstas.(16)17Y cuando entró en casa, ya sin la muchedumbre, sus discípulos le preguntaron el sentido de la parábola.23Todas estas cosas malas proceden del interior y hacen impuro al hombre.Entró en una casa y deseaba que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer inadvertido.25Es más, en cuanto oyó hablar de él una mujer cuya hija tenía un espíritu impuro, entró y se postró a sus pies.29Y le dijo: —Por esto que has dicho, vete, el demonio ha salido de tu hija.35Y se le abrieron los oídos, quedó suelta la atadura de su lengua y empezó a hablar correctamente.El teólogo protestante de Tubinga Karl Heinrich Weizsäcker sugirió que habían sido enviados a Jesús como una diputación formal.[2].[5] Los objetos enumerados por Marcos que se lavaban habitualmente incluían tazas, ollas y calderos de bronce.El comentarista bíblico C. M. Tuckett señala que los Versículos 9, 14, 18 y 20 se abren todos con (en griego) ἔλεγεν, αὐτοῖς.[9] La escena reúne la enseñanza de Jesús sobre la verdadera conducta moral en tres escenarios diferentes: un debate con los fariseos que habían venido de Jerusalén, la subsiguiente enseñanza a la muchedumbre y una explicación exclusiva a sus discípulos.Marcos, pensando en los no judíos que lean su evangelio, se detiene en explicar la acusación capciosa de los fariseos.La doctrina es profunda: el origen del pecado y de la mancha moral no hay que buscarlo en lo creado, pues Dios, tras crear todas las cosas, vio que eran buenas, sino en el corazón del hombre que, después del pecado original, fue «mudado en peor» y se ve sometido a los asaltos de la concupiscencia.[13][14] Jesús viaja entonces a las ciudades de Tiro y Sidón en lo que hoy es Líbano.Este pasaje muestra que, según Marcos, la misión principal de Jesús era para los judíos primero y sólo después para los gentiles, pero los gentiles, siempre que tengan fe, pueden ser parte de esa misión también.El diálogo, atrevido y audaz, nos enseña que la fe en Jesucristo debe vencer todos los obstáculos, incluso la indignidad personal.Jesús emplea el diminutivo «perrillo», dulcificando así una manifestación despectiva que se utilizaba para citar a los gentiles.La discusión con los fariseos sobre las leyes alimentarias y la mujer sirofenicia también se encuentran en el Mateo.15:1-28 Les encargó (en griego διεστέλλετο, diestelleto) que no se lo dijeran a nadie.[21]"La palabra es contundente: 'les dio órdenes claras y positivas' de que no se lo dijeran a nadie".[20][22].Jesús realiza una curación con unos gestos que indican el poder salvador de su naturaleza humana.