Pasó la Guerra Civil en Valencia, adonde fue evacuada en 1936 junto con su padre, y trabajó allí en la Casa de la Cultura dirigida por Antonio Machado y luego en la Oficina de Adquisición de Libros junto a María Moliner.
En 1961 la pareja se trasladó a Nueva York y ella participó en la confección del Catálogo de los manuscritos poéticos castellanos existentes en la biblioteca de The Hispanic Society of America (siglos XV, XVI y XVII) de la Hispanic Society of America, de la que su marido había sido nombrado Vicepresidente.
Instalados después en Madrid, reanudaron sus trabajos en la Fundación Lázaro Galdiano hasta 1969, en que cesaron, y llegaron a acumular entre ambos la entonces mayor biblioteca privada de España (unos diecisiete mil volúmenes).
También fue traductora en la Editorial Castalia y sus colecciones "Gallardo" e "Ibarra"; suyas son versiones de bibliófilos franceses antiguos como Paul Lacroix (Los aficionados a los libros viejos), Charles Asselineau (El infierno del bibliófilo), Octave Uzanne (Subasta de mi biblioteca) y Charles Nodier (El bibliómano).
Tras su muerte en 1995 su biblioteca, incluidos grabados de Alberto Durero y Francisco de Goya, pasó a Real Academia Española (RAE), aunque una parte que había dejado en depósito su marido en la Biblioteca Pública de Cáceres se quedó allí definitivamente, también por disposición testamentaria; en homenaje a la pareja Moñino-Brey, lleva esta su nombre.