Guatemala se enfrenta a grandes desafíos para lograr una gestión adecuada de sus recursos hídricos nacionales.Las aguas residuales no-tratadas contaminan los recursos hídricos, mientras que las instalaciones de tratamiento son insuficientes.En un país montañoso, esto puede fácilmente ser mitigado con sistemas de abastecimiento por gravedad.El Instituto Nacional de Electrificación (INDE) supervisa y ejecuta proyectos hidroeléctricos en Guatemala.Por estos contaminantes la gestión de los recursos hídricos en Guatemala es compartida por varias agencias e instituciones gubernamentales.[1] Además, se necesita promulgar planes de manejo de las cuencas hidrográficas para integrar los diferentes usos del agua y controlar la deforestación y la calidad del agua.La presión sobre los recursos hídricos en Guatemala se debe también a la distribución de los usuarios domésticos.La escorrentía superficial media anual en esta cuenca se calcula en 31,9 km³.Los ríos de esta cuenca tienen los mayores flujos y drenan hacia México.Esta región es una zona con gran potencial de agua, pero también está sujeta a daños irreversibles causados por la pérdida de suelo y la alteración del ciclo del agua.Otros acuíferos más reducidos son importantes para pequeñas demandas locales.En las principales zonas urbanas, la contaminación de los acuíferos superiores tiene varias causas.Las aguas negras de la Ciudad de Guatemala se vierten sin tratar en el río Villalobos y el río Las Vacas, ambos considerados los flujos más contaminados del país.En las zonas agrícolas, las plaguicidas son la principal fuente de contaminación química.En la región del oriente de Guatemala, que tiene una baja humedad y alta evapotranspiración, el riego es necesario para el cultivo de plátanos, tabaco, tomates y sandía.Tiene suelos volcánicos fértiles que no retienen muy bien a la humedad.En general, las tasas recaudadas no cubren los costos reales de la energía necesaria para irrigar la tierra.