Anuncia, por otra parte, los dogmas que va a exponer a lo largo de la encíclica: Tras esta introducción, la encíclica se estructura en tres partes, solo identificadas por un ordinal romano (I, II y III), pero cada una con un contenido y objetivo claro, que se refleja en este artículo para facilitar su consulta.
Ante todo se refiere, aunque de pasada, a la condena del pelagianismo -también defendida por Nestorio-, entrando enseguida a rechazar que el Verbo estuviese unido a la naturaleza humana, tal como afirmaba Nestorio, con un vínculo meramente accidental y moral, y no sustancial e hipostáticamente, es decir, personalmente.
Recoge la encíclica un texto de San Cirilo, que aparece recogido en las actas del Concilio: Expone la encíclica cómo estas verdades quedan recogidas en la Sagrada Escritura, y confirmadas por la Redención de Cristo que no se hubiese podido producirse si no hubiese estado investido de la naturaleza humana, siendo como afirma San Pablo, "primogénito entre muchos hermanos".
[2] Ilustrando el dogma de la unión hipostática en Cristo (una persona divina y dos naturalezas, una divina y otra humana), la encíclica recoge numerosos textos del Concilio; esto da lugar a reflejar cómo los padres del Concilio reconocen la autoridad del papa; así uno de los padres conciliares, Felipe, afirma:
Jesús nos la dejó como madre de todos los hombres, y ella atiende maternalmente nuestras suplicas.