La fiesta comienza al atardecer, cuando los negritos acuden a casa del mayordomo con la cara sin tiznar.
Cuando han bailado, permiten bailar al Palotero, pero sus castañuelas, al estar hechas de corcha, no suenan, y el Palotero tiene que solicitar a sus compañeros que le ayuden, pero estos no le hacen caso.
Durante la Velá, los mayordomos llevan unas antorchas de aceite llamados velones para alumbrar.
Una vez finalizada la Velá, los negritos vuelven a casa del mayordomo, y más tarde, durante la madrugada, los negritos hacen una ronda por las casas de los mayordomos antiguos, en agradecimiento a su devoción al santo.
Acabada la misa, San Blas es después llevado en procesión hasta la Plaza de España.
Una vez terminados los bailes, se traslada la imagen del santo hasta la Iglesia Parroquial, donde permanecerá durante un tiempo.
La leyenda popular más famosa sobre la fiesta dice que hace siglos una familia muy pobre de siete hermanos se acercaba todos los años por el día de San Blas para pedir limosna.