Con el pasar del tiempo las comunidades no podían reunirse sino en las casas más grandes, las domus.
Alrededor del siglo V en la Cristiandad Oriental se desarrolló el templón, una barrera baja que separaba ambas partes.
En cuanto al aspecto musical, una serie de melismas gnósticos del siglo II sugieren que esa misma técnica pudo ser usada también por los cristianos.
Se trata casa común y corriente que fue acondicionada para el culto clandestino durante esta época de persecución.
Estos dos últimos ambientes estaban decorados con imágenes religiosas, símbolos y frescos que ilustraban pasajes de los evangelios.
[10] La concepción cristiana del tiempo llevó a organizar las actividades de la iglesia en ciclos: anual, semanal, y diario.
Sin embargo la semana era central en la vida de la Iglesia Primitiva para conocer qué día era domingo.
La importancia de congregarse el domingo se infiere por citas del Nuevo Testamento, los Padres Apostólicos, y las actas procesales de condena a numerosos mártires capturados por los romanos durante el culto dominical.