Ágape (cristianismo)

El emperador Juliano, aunque enemigo declarado de los cristianos, convenía en que su caridad para con los pobres, sus ágapes y el cuidado que sus sacerdotes tenían por los miserables o enfermos eran uno de los principales atractivos por los cuales se decidían los paganos a abrazar el cristianismo.

Los primeros fieles, que al principio eran pocos, se consideraban como una misma familia de hermanos y vivían en comunidad: el espíritu de caridad instituyó estas comidas, en las que reinaba la templanza.

San Ambrosio trabajó para esto con tanta eficacia que en la Iglesia de Milán cesó su uso completamente.

En la de África no subsistió más que entre los clérigos y para ejercer la hospitalidad hacia los extranjeros.

No obstante, conociendo después que era mejor recibir la Eucaristía en ayunas, parece que se estableció este uso desde el siglo II d. C. Sin embargo, al ordenarlo así en el tercer concilio de Cartago, exceptuó el Jueves Santo, en el cual se continuó practicando los ágapes antes de la comunión.

Fresco de un banquete en la catacumba de los Santos Marcelino y Pedro, en Roma