Muchos teólogos religiosos han definido la humanidad como “homo adorans”, o sea, “el hombre que rinde culto", significando así que el culto a Dios es central para comprender al ser humano.
[2] La música es solemne, generalmente acompañada por un órgano, o, en algunos casos de coros u orquestas.
Lo que llamamos adoración tradicional surgió inmediatamente después del fin de la Edad Media.
Durante los siglos XVI y XVII, se desarrolló un estilo litúrgico modificado, tanto en Suiza como en Inglaterra.
[3] No hay liturgia, debido a que la concepción de la adoración es más informal.