Puesto que en ocasiones esas relaciones eran llevadas fuera del matrimonio y porque el papa se encontraba bajo voto de celibato, la Iglesia católica considera estos casos graves abusos y causas de escándalo.
Queda claro en el Nuevo Testamento[1] que al menos el apóstol Pedro había estado casado y que los obispos, presbíteros y diáconos de la Iglesia primitiva eran padres de familia.
Desde la Edad Media, el rito latino de la Iglesia católica exige que los obispos y sacerdotes sean célibes.
[2] Anteriormente, el celibato no era absolutamente necesario para ser ordenado, pero continuaba siendo una práctica en la Iglesia primitiva.
En las Iglesias católicas orientales, se ordena sacerdote a hombres casados, pero no para el episcopado.