Lenguas barbacoanas

Entre ellas se encuentra: La afinidad de las lenguas coconucanas (coconuco, guambiano, totoró), que forman un subgrupo del barbacoano septentrional, fue reconocida por Brinton en 1891.

Este error de clasificación afectó a los esquemas clasificatorios posteriores Loukotka (1968), Greenberg (1987) y Kaufman (1990) hasta que Adolfo Constenla Umaña (1991) señaló las numerosas coincidencias léxicas entre el guambiano y el resto de lenguas barbacoanas.

El muellama puede haber sido uno de los últimos dialectos supervivientes del pasto, y se conoce por una breve lista de vocabulario recogida durante el siglo XIX, que revela que era similar al moderno awá pit.

Por otra parte se discute la hipótesis según la cual la familia barbacoana pertenecen al macrofilo macro-chibcha.

[10]​ Y en la misma línea Greenberg integra al barbacoano en el grupo paezano del macrofilo chibchano-paezano.

Actualmente (2025), solo se cuenta con una gramática de referencia para el awá pit[13]​ y algunos estudios descriptivos.

El inventario consonántico de diversas lenguas viene dado por:[20]​ Donde para los fonemas se ha empleado el alfabeto fonético americanista: los signos /č̣, ṣ/ tienen articulación retrofleja, mientras que /č, š, ž, y, ly, ñ/ tienen articulación palatal.

Curnow y Liddicoat enfatizan que las marcas de acusativo en las diferentes lenguas no son cognados, lo cual sugiere que son el resultado de desarrollos independientes y relativamente recientes.

El guambiano, sin embargo, sí distingue tres personas, al mismo tiempo que usa las marcas de hablante (-r) y no hablante (-n): Todas las lenguas barbacoanas tienen el orden sintáctico básico Sujeto Objeto Verbo.

La siguiente lista muestra una serie de cognados, incluyendo protoformas reconstruidas (Curnow & Liddicoat, 1998):[22]​ Los numerales comparados en diversas lenguas barbacoanas son:[22]​ Los términos entre paréntesis son préstamos del quechua o del español.