La gran cruzada

En principio se iba a publicar en alemán, en una editorial del exilio, en inglés y en francés, pero lo cierto es que la novela no apareció sino en 1940, en Nueva York, en su versión inglesa, con un prólogo muy elogioso de Ernest Hemingway, escritor con el que Regler había coincido en la guerra de España.

En un camión transportaban un proyector cinematográfico y una prensa tipográfica para la Alianza de Intelectuales Antifascistas.

Elsa Triolet contó las vicisitudes de ese viaje en una revista soviética y el texto ha aparecido como libro póstumo: Dix jours en Espagne (Bruselas, Les Editions Aden, 2010), no traducido a nuestro idioma.

Otros muchos internacionalistas aparecen con sus nombres propios, así como militares y políticos españoles.

Pero no son personajes de cartón piedra, sino hombres que, aparecen con sus miserias humanas y políticas, con sus dudas sobre la actitud correcta que deben adoptar en situaciones no siempre claras, como, por ejemplo, la desconfianza ante posible traidores infiltrados en las filas de los brigadistas.

Parece ser que Regler pretendía repetir el éxito de Hemingway en Por quién doblan las campanas, pero no lo consiguió en absoluto.