La explosión de 10.000 años

[2]​ Otros críticos consideraron que, si bien el libro planteaba cuestiones valiosas, algunos supuestos también se basaban en opiniones desacreditadas.

Se le ha criticado por la sobresimplificación de la historia, por no permitir hacer predicciones sobre la futura evolución humana y por la reificación del racismo.

Los autores especulan que las revoluciones científicas e industriales se produjeron en parte debido a los cambios genéticos en Europa durante el último milenio, cuya ausencia había limitado el progreso de la ciencia en la antigua Grecia.

En grupos que habían seguido siendo forrajeadores, como los aborígenes australianos, presumiblemente no habría tales adaptaciones en absoluto.

Esto puede explicar por qué los australianos indígenas y muchos nativos americanos tienen problemas de salud característicos cuando se exponen a las dietas occidentales modernas.

Del mismo modo, los amerindios, aborígenes y polinesios, por ejemplo, habían experimentado muy pocas enfermedades infecciosas.

Primero, citan a Ernst Mayr afirmando en 1963: "Algo debe haber sucedido para debilitar drásticamente la presión selectiva.

No podemos evitar la conclusión de que la evolución del hombre hacia la humanidad repentinamente se detuvo".

En segundo lugar citan a Stephen J. Gould afirmando en el año 2000: "No ha habido cambios biológicos en los humanos en 40.000 o 50.000 años.

En sí mismo, este argumento representa un cambio de paradigma, aunque ahora tiene datos claros para respaldarlo.

Las adaptaciones pueden haber sacrificado la fuerza muscular a una mayor inteligencia[4]​ y comportamientos humanos menos agresivos.

La microcefalina (MCPH1) regula el tamaño del cerebro y ha evolucionado bajo una fuerte selección positiva en el linaje evolutivo humano.

Durante el período de 10.000 aC a 1 dC, la población mundial se multiplicó por cien, las estimaciones oscilan entre 40 y 170 veces.

Además, por supuesto, las presiones de selección cambiaron una vez que se adoptó la agricultura, favoreciendo adaptaciones distintivas en diferentes áreas geográficas.

[11]​ Otros escritores, incluidos Darwin, Miller,[12]​ y Dawkins,[13]​ han propuesto que los cambios en el color de la piel fueron impulsados por la selección sexual.

Aproximadamente a la mitad del libro, Cochran y Harpending hacen una pausa para considerar dos formas diferentes de ver la información que se encuentra en las variantes genéticas.