Vivió después en Berlín, donde Fichte intentó en vano conseguirle un puesto en su recién creada Universidad, y luego en Gotinga, donde Arthur Schopenhauer fue uno de sus alumnos.
Según este panenteísmo, Dios acaba por reabsorber los «tres términos del mundo», o sea, la naturaleza, el espíritu y la humanidad, que unifica en un todo orgánico.
Su historicismo culmina asimismo en un retorno del género humano a Dios, cual meta última de todo progreso.
Según él, se llega al Ser Supremo no a través del común proceso crítico e inductivo, que el filósofo denomina «analítico» y «subjetivo», sino por medio de otro superior, que llama «sintético» u «objetivo», que parte de Dios mismo y da lugar al mundo.
Fundó una ciencia que llamó biótica general, que se ocupaba del estudio de la realización humana a través del arraigo natural (Grundselbwesen) en las personas morales: familia, vecindad, tribu, etc.
Tales personas morales han pasado, como el hombre, por una infancia, juventud y madurez.