Sinfonía en re mayor, KV 95 (Mozart)

La Sinfonía n.º 45 en re mayor, K. 95/73n probablemente fue compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart en 1770, cuando el compositor tenía catorce años.El padre Leopold Mozart planeó la gira para exhibir a sus prodigiosos hijos, Wolfgang y Nannerl en las principales cortes europeas.[2]​ Posteriormente Leopold y sus hijos pasaron en Viena varios meses de 1768 durante los cuales el joven maestro hizo un esfuerzo consciente por adaptar su estilo sinfónico a los gustos del público vienés, adoptando entre otras cosas la estructura en cuatro movimientos.En enero de 1779 regresó a su ciudad natal donde creó otras tres sinfonías (n.º 32, 33 y 34) con las que cierra su etapa en Salzburgo.[1]​ Por otra parte, en la actualidad no se sabe con certeza si las sinfonías KV 95 y KV 97 habían sido concebidas en un primer momento como obras en cuatro movimientos o si por el contrario los minuetos fueron añadidos posteriormente en la sexta edición del catálogo Köchel.La primera edición fue llevada a cabo en 1881 por el editor Carl Reinecke para la casa Breitkopf & Härtel en Leipzig, que publicó bajo la denominación Wolfgang Amadeus Mozarts Werke, Serie XXIV: Supplemente, Bd.1, No.5, tanto las partes como la partitura completa.Algunas piezas, como la Sinfonía en fa mayor, K. 76, fueron publicadas en suplementos de la Alte-Mozart Ausgabe hasta 1910.La partitura está escrita para una orquesta formada por: Las trompetas permanecen en silencio y las flautas reemplazan a los oboes durante el segundo movimiento.En las orquestas de aquella época era una práctica común emplear el fagot y el clavecín, si estaban presentes en la orquesta, para reforzar la línea del bajo doblando a los violonchelos y los contrabajos o bien como continuo, incluso sin notación separada.La pieza transmite una impresión de luminosidad a la italiana, un rasgo que suele estar presente en las obras tempranas mozartianas.El movimiento lento presenta un encantador tema, cuya ensoñadora fluidez lírica y hábil orquestación parecen llevar la impronta de Mozart, incluso más que augurar vagamente creaciones posteriores como el famoso tema de Elvira Madigan del segundo movimiento del Concierto para piano n.º 21.
Mozart en 1770.
Wolfgang y Nannerl hacia 1763.