Juan Álvarez Mendizábal
Durante la guerra de la Independencia, sirvió en el Ejército del Centro y, habiendo sido capturado en dos ocasiones, logró fugarse en ambas.Además, en el acta matrimonial declaró ser natural de Bilbao.[3] Mendizábal resaltó el hecho de que no provenía de uno de los grandes linajes aristocráticos o burgueses en diversas ocasiones, como en el discurso del 6 de abril de 1836 que pronunció como presidente del Gobierno ante las Cortes del Estatuto Real, en que dijo que su educación había sido «literaria», porque había estado «siempre aplicado al trabajo para adquirir una fortuna», o cuando poco después en otro discurso se llamó a sí mismo «hijo del pueblo», a quien «no se verá nunca con buenos ojos que la nación me deba un buen gobierno que le proporcione prosperidad en el porvenir».Así mismo, ingresó en la logia masónica que organizó la conspiración en Cádiz, según el testimonio de Alcalá Galiano, aunque según Juan Pan-Montojo, esta fuente no resulta del todo fiable, por lo que la condición de masón de Mendizábal no está clara.[7] Según se cree, fue masón del «Taller Sublime» de Cádiz junto a Francisco Istúriz y Antonio Alcalá Galiano.Hubo quien le acusó de que su enriquecimiento durante esos años se debió a sus contactos con la clase política para realizar grandes negocios.Cuando la plaza finalmente se rindió Mendizábal marchó al exilio para escapar de una condena a muerte dictada contra él.Sin embargo, su dedicación a los negocios —que extendió al mundo financiero y a la Bolsa de Londres— no lo apartó de la vida política y siguió en contacto estrecho con otros políticos liberales exiliados como Espoz y Mina, José Canga Argüelles o José María Torrijos.[10] En Londres ingresó en prisión por deudas, aunque pronto logró salir a flote negociando la importación de vinos españoles.Allí consolidó una gran red de amigos y socios que en el futuro le resultarían muy útiles.«Él mismo se acercó a Bayona, desde donde siguió la incursión liberal en Navarra y Guipúzcoa».[11] Al parecer en esta expedición de Vera participaron Ardouin y otros financieros.[13] En España, el Gobierno, presidido por el liberal moderado Francisco Martínez de la Rosa, nombrado por la regente en junio de 1834, se encontró con que no tenía recursos para pagar al Ejército isabelino, que combatía en la Primera Guerra Carlista, por lo que desde Londres Mendizábal se ofreció al ministro de Hacienda, el conde de Toreno, para hacer gestiones ante los banqueros británicos y franceses y ante sus respectivos gobiernos para que éstos concedieran un empréstito al reino de España.[17] En contra de lo que se había venido sosteniendo, el propio Mendizábal sí compró tierras en su desamortización, aunque no fueron muy importantes y tuvo que venderlas, probablemente para hacer frente a sus deudas.Pero no por ello abandonó la lucha política sino que incrementó su presencia en la prensa y apoyó a las sociedades secretas que preparaban un movimiento revolucionario como el del verano del año anterior.[22] Durante este segundo exilio se instaló en París donde sus negocios no marcharon bien lo que le llevó a la bancarrota.Lo fue por Madrid en 1840; en 1841 lo fue también, aunque fue elegido también por Albacete, Ávila, Murcia, Cádiz y Toledo.«Mendizábal se convirtió en un verdadero mito político desde el momento de su muerte [en 1853].