Se dedicó desde joven al comercio y las finanzas, asociado con su tío, el millonario financista Ambrosio de Lezica.
Organizó la hacienda provincial, en que la circulación monetaria estaba demasiado volcada al papel moneda por las necesidades del sitio.
Durante el año 1854 fue gobernador delegado, pero no se destacó en ese cargo, salvo por la promulgación de la constitución provincial.
Selló la paz entre ambos gobiernos, que duró hasta los días previos a la batalla de Cepeda.
Durante los períodos en que no fue ministro de hacienda, fue senador o diputado provincial, concentrado en cuestiones económicas.